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PRINCIPIO 1

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Tabla de Autoevaluación
T P
C
A
OBJETIVO
LEY 1 1
1
4
6
3
MENTE
100%
LEY 2 2
0
7
0 1
LEY 3 3
2
3
5
2
CORAZÓN
LEY 4 4
0
0
0
0

"¡SI NO SABES, CÁLLATE?

Es una orden que debes decirle al espejo. Esta voz indica investigar a fondo el tema y luego darle una interpretación simple a fin de adquirir autoridad y convicción para resumirlo y presentarlo a los oyentes. Es la ley de la información.

Una lectura superficial y aislada de cualquier artículo de este sitio, así como echar un simple vistazo a diferentes temas no es investigar.

Investigar o escudriñar es semejante a seguir una hebra hasta llegar al comienzo de la madeja. Es seguir la huella hacia atrás, hasta encontrar qué o quién la inició. Tiene la connotación de observar una idea hasta dar con el principio, hipótesis o teoría que la sostiene, lo que implica fondear el asunto. Es como seguir con empeño los detalles de un mapa del tesoro hasta encontrarlo.

Sin embargo, hay quienes dicen que investigar resulta en un constante cambio de paradigma, es decir, un giro o cambio en los pensamientos, enfoques, puntos de vista, métodos, normas, patrones, reglamentos o políticas en que se basa un nuevo descubrimiento. Y en parte tienen razón. A veces los científicos y estudiosos de las diferentes ramas del saber se ven obligados a reescribir sus teorías cuando descubren que debían ser reajustadas.

Pregúntate cosas como: "¿Es suficiente lo que indagué para solucionar, entender o aclarar aquello que me preocupaba, interesaba o inquietaba?". ¿Sigo averiguando o me da flojera ahondar?", "¿Son realmente suficientes los pocos datos que reuní?", "¿Ahora comprendo mejor mi entorno, mis circunstancias y a los demás de manera más clara y objetiva?", "¿Me desanimo de profundizar porque cultivo el concepto de que, después de todo, nadie tiene la verdad absoluta?", "¿Pienso que la verdad es tan relativa que sería inútil investigar?".

Una vez reconocí a alguien en el pasillo de un hospital. Se lo veía lleno de vida y sonriente, caminando con gran aplomo. Pero me sacó de cuadro cuando me dijo: "Estoy luchando contra tres tipos de cáncer". Le respondí asombrado: "¿Y cuál es tu secreto para verte tan bien?". Su respuesta lacónica fue: "Investigo. Para vencer al cáncer hay que investigar mucho".

¡Que te sirva de estímulo para asumir un punto de vista positivo respecto a la investigación! Recuerda: Una lectura superficial no es investigar, y todo comienza con tu interés. Si no le pones interés, tu esfuerzo no servirá de nada.

1. Interésate. Ponle mucha atención  a tu discurso. Lo haces cuando demuestras que algo te importa, cuando descubres aquello que te conecta con otras personas. En este caso, los factores que te vinculan con tus oyentes. Procura identificar aquello que te conectará, descartando lo que te desconectará.

2- Investiga. Averigua detalles relacionados, consulta, ahonda. Fondear un barco es echar sus anclas para asegurarlo de modo que no se vaya a la deriva. Con respecto al conocimiento, significa examinar a fondo la información, las aptitudes y principios.

3. Interpreta. Explica tus ideas de manera simpke, como para que te puedan entender niños, jóvenes y ancianos. Eso garantizará que los adultos te entenderán con mayor razón. Siempre pregúntate: "¿Me entendería un niño, o un joven de catorce años?". Cierta mujer entendió mal a su médico y acabó gravemente perjudicada.

4. Visualízalo. Imagina cómo das el discurso. Imagina los detalles. Visualizar es representar algo con imágenes, "verlo con el pensamiento". Tienes que encender la pantalla de tu imaginación y concebir, idear o inventar lo que quieres que tus oyentes también vean en su mente.

5. Vitalízalo. Dale vida usando ejemplos e ilustraciones y ademanes impactantes. Vitalidad es energía o fuerza. Es un poder que sale de ti de forma que proyectas una imagen clara de lo que piensas. No digas: "Juan salió de prisa", sino "Juan salió disparado como una flecha [o "como una bala", "como un rayo", "como por una catapulta", "hasta la Luna"]. 

6. Vívelo. Ser falso o hipócrita no ayudará. Deja el teatro para el teatro. La oratoria requiere sinceridad o, en todo caso, una actuación digna de un Óscar. ¡Nadie debe darse cuenta de que estás actuando! ¡Debes hacer que tus oyentes vivan el momento. ¡Transpórtalos al lugar de los hechos! Si notan que estás actuando, no lo lo sentirán en carne propia.