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HAY QUE TENER CLARO EL OBJETIVO
El objetivo general siempre debe ser llegar a la mente y corazón del oyente. Y el objetivo particular debe ser lograr el propósito por el que se presenta el discurso,
Vez tras vez, durante más de 40 años, he observado como conferenciante, crítico y coach de oratoria que la mayoría de expositores se esmeran por convencer al auditorio presentando razones, argumentos y pruebas de que lo que dicen es verdad y de gran utilidad.
Pero muy pocas veces me han llegado al corazón hasta el punto de sentirme involucrado, conmovido y motivado a poner en práctica sus recomendaciones, o a apoyar su criterio de manera activa, o a hablar con otros acerca de lo que escuché. ¿Se suponía que lo compartiera y pusiera en práctica simplemente porque entendí lo que dijo o porque me convenció?
¿Qué les faltó? ¿Cuál fue su objetivo? ¿Simplemente que reflexionara y meditara? ¿Es realmente imprescindible llegar al corazón y mover a acción?
¿Tiene sentido exponer una serie de ideas y no conseguir que las lleven a la práctica? ¿Cual debería ser la actitud del orador ante las necesidades de su auditorio?
¡La gente no solo quiere escuchar la verdad! ¡Necesita motivos, incentivos y razones para hacerla suya y promoverla. Necesita transformar la información en conocimiento, y el conocimiento en beneficio personal.
La gran pregunta es: Si al hablar ante un gran auditorio el orador no logra mover a acción a sus oyentes, o sea que solo consigue una reacción pasiva, reflexiva y meditativa, ¿estará moviéndolos en menor escala en el diario vivir?
Definitivamente, no tiene sentido comprar algo y no usarlo, tal como no tiene ningún sentido asistir a una conferencia y regresar a casa siendo la misma persona, es decir sin haber recibido el beneficio de saber y sentir que ha progresado en su manera de pensar, motivar a otros y automotivarse.
Y tiene menos sentido aún que en el diario vivir no logremos los objetivos para alcanzar los cuales nos hayan contratado. Solo lo lograremos llegando también al corazón de quienes están a nuestro cargo.
El verdadero y único beneficio que le interesa al oyente es mejorar como persona productiva de su comunidad y enriquecer su experiencia para seguir abriéndose camino en medio de tanta competitividad, y mantenerse en la brega ayudando a otros a rendir más haciendo un trabajo de calidad.
Por tanto, aunque el objetivo general de un orador parezca ser el convencimiento, no es realmente el objetivo. Porque si el oyente regresa a su casa sin el beneficio de haberse sentido enriquecido como persona ni movido a poner en práctica la información, en realidad se logró muy poco.
Tu autoevaluación es subjetiva, pero bastará para avanzar y desarrollar. Después irás incorporando la evaluación y critica de otras personas, completando el cuadro.
Para dar en el clavo de la eficiencia, uno tiene que decir las cosas de manera que convenza a sus oyentes, pero sobre todo que los mueva a poner en práctica la información. Solo así puede decir que cumplió su objetivo general.
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